Pensad ahora en una casa de cristal al aire libre y a pleno sol. La luz visible del Sol atraviesa sin más el vidrio y es absorbida por los objetos que se hallen dentro de la casa. Como resultado de ello, dichos objetos se calientan, igual que se calientan los que están fuera, expuestos a la luz directa del Sol.
Los objetos calentados por la luz solar ceden de nuevo ese calor en forma de radiación. Pero como no están a la temperatura del Sol, no emiten luz visible, sino radiación infrarroja, que es mucho menos energética. Al cabo de un tiempo, ceden igual cantidad de energía en forma de infrarrojos que la que absorben en forma de luz solar, por lo cual su temperatura permanece constante (aunque, naturalmente, están más calientes que si no estuviesen expuestos a la acción directa del Sol).
Los objetos al aire libre no tienen dificultad alguna para deshacerse de la radiación infrarroja, pero el caso es muy distinto para los objetos situados al sol dentro de la casa de cristal. Sólo una parte pequeña de la radiación infrarroja que emiten logra traspasar el cristal. El resto se refleja en las paredes y va acumulándose en el interior.
La temperatura de los objetos interiores sube mucho más que la de los exteriores. Y la temperatura del interior de la casa va aumentando hasta que la radiación infrarroja que se filtra por el vidrio es suficiente para establecer el equilibrio.
Luego de esa magnífica explicación, imposible de igualar, queda contar qué consecuencias le trae a un planeta como el nuestro sufrir un efecto invernadero.
Ya vimos lo que produce en un simple invernadero, donde el efecto invernadero se usa para cultivos. Pero a nivel planetario también se puede dar el efecto invernadero, ya que determinados gases de la atmósfera pueden retener la energía que emite el suelo cuando es calentado por la radiación solar, como en la jaula de cristal.
Hoy en día en la Tierra, existe un calentamiento global por culpa de este efecto invernadero, ya que gases (llamados gases invernadero) como el dióxido de carbono y el metano, funcionan como el cristal en un invernadero de cultivos, reteniendo el calor que de otra forma se habría ido al espacio. Así que cuanta mayor es la concentración de estos gases en la atmósfera, menos radiación puede salir al espacio. Y estos gases son producto de la acción humana.
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